Evangelio (Mt, 5 1-12) correspondiente al 4to Domingo (29/01/2023) del Tiempo Ordinario:𝗘𝗹 𝗲𝘀𝗽𝗶́𝗿𝗶𝘁𝘂 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗯𝗶𝗲𝗻𝗮𝘃𝗲𝗻𝘁𝘂𝗿𝗮𝗻𝘇𝗮𝘀
A continuación podrán leer nuestro comentario al Evangelio (Mt, 5 1-12) correspondiente al 4to Domingo (29/01/2023) del Tiempo Ordinario:
𝗘𝗹 𝗲𝘀𝗽𝗶́𝗿𝗶𝘁𝘂 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗯𝗶𝗲𝗻𝗮𝘃𝗲𝗻𝘁𝘂𝗿𝗮𝗻𝘇𝗮𝘀
Este Evangelio referido a las bienaventuranzas provoca en nosotros especiales resonancias, porque éstas tienen un estrecho paralelismo con la búsqueda de la felicidad: un anhelo compartido por la mayoría de las personas; pero tradicionalmente objeto de confusiones, imprecisiones y malos entendidos. Cuando se nos pregunta qué es la felicidad y cuál es la fórmula para conseguirla usualmente no sabemos dar una respuesta clara; aunque reconozcamos que es algo que nos falta o que no poseemos plenamente. involucrados inconscientemente en la escala de valores de la sociedad actual, quizás no nos hemos percatado que ser cristiano es una invitación permanente a ser feliz.
Jesús en principio dirige las bienaventuranzas a sus discípulos, a quienes califica como “dichosos”. Es decir que los que siguen a Jesús, identificándose con su manera de ser y proceder, encuentran allí las promesas de lo que Dios les va a otorgar. Sin embargo, tendemos a simplificar el mensaje, al no aceptar que los pobres, los hambrientos y los excluidos puedan ser dichosos. Por el contrario, cuando vemos gente rica que disfruta de todas las comodidades posibles, las miramos con envidia y nos resulta mucho más fácil incluirlas en el mundo de los dichosos. Es a menudo complicado entender que todos necesitamos hacernos pobres frente a nuestra ambición por obtener cosas superfluas y que debemos salir de nuestro egoísmo para descubrir la riqueza del compartir.
“Los cristianos deben convencerse de que, al tomar parte activa en el movimiento económico y social de su tiempo y luchar por una mayor justicia y caridad, pueden contribuir mucho al bienestar de la humanidad y a la paz del mundo. En estas actividades, sea individual o colectivamente, procuren destacarse por su ejemplo y, adquirida la competencia profesional y la experiencia indispensables, sepan guardar la debida jerarquía entre las actividades terrenas, fieles a Cristo y al Evangelio, de modo que toda su vida, tanto individual como social, esté impregnada por el espíritu de las bienaventuranzas y, en particular, de la pobreza” (GS 72).
El espíritu de las bienaventuranzas es el anhelo de felicidad que toda la humanidad comparte.
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ReplyDeleteExcelente la enseñanza que nos envía Agustin en este Evangelio, la cual debiéramos ejercerla, como una disciplina diaria de actuación
ReplyDeleteALVARO ROTONDARO GÓMEZ