El Realismo Mágico Latinoamericano a través de sus Novelas (V) (Gustavo González Urdaneta)


El Realismo Mágico Latinoamericano a través de sus Novelas (V)

Gustavo González Urdaneta

Miami 5 enero 2024



 Los Recuerdos del Porvenir de Elena Garro

 

Elena Garro nació en Puebla, México, en 1916, y murió en 1998. A los 17 años se casó con Octavio Paz, del que se divorciaría 40 años más tarde. Garro fue una respetada dramaturga pero su carrera fue ensombrecida por la apabullante presencia de su marido. En 1953, escribió su más famosa novela, Los recuerdos del porvenir, que dejó en un baúl hasta 1963, fecha de su publicación. En 1968, Garro efectúo unas acusaciones a raíz de la masacre de Tlatelolco que le valieron el repudio del medio intelectual mexicano y un exilio europeo de más de veinte años.

 

Escrito antes que Cien años de soledad, Los recuerdos del porvenir es sin duda un precedente del célebre "realismo mágico" que lanzó a las letras hispanoamericanas a los primeros puestos de las listas de ventas, reconciliando, además, el éxito de público con la crítica. Según su única biógrafa conocida, Patricia Rosas Lopátegi, que la trató durante 40 años “Para Elena Garro el realismo mágico era una etiqueta mercantilista que la molestaba porque ella decía que el realismo mágico era la esencia de la cosmovisión indígena, por lo tanto, no era nada nuevo bajo el sol”.

 

Fue una escritora devorada por todos, por ella misma, por la sombra de su exmarido, el escritor Octavio Paz, por las ideologías que siempre le pillaron en el medio, por buscarse enemigos señalando con el dedo. Y en todo ese proceso, que fue su vida convertida en un libro sin tapas, creó literatura propia y hasta inventó, o ayudó a inventarlo, sin quererlo, un género que todos se disputan y del que ella renegaba como madre: el realismo mágico.

 

En Europa, Garro ha permanecido en un absoluto anonimato, que a menudo se la menciona simplemente en tanto que ex esposa de Octavio Paz o amante de Bioy Casares. Nadie parece recordar, sin embargo, que fue una exitosa dramaturga, una reconocida cuentista y, ante todo, que publicó una de las mejores novelas de la narrativa mexicana que es nuestro tema actual

 

El libro está dividido en dos partes. La primera parte contiene catorce capítulos en los que se nos cuenta la regencia de los militares en Ixtepec y sobre Francisco Rosas, un sanguinario general, que asume el gobierno del pueblo junto con sus hombres. La segunda parte nos remite a la decadencia del general Rosas despechado y cruel por el abandono de su amante que comienza a hostigar al pueblo de Ixtepec.

 

Los Recuerdos del Porvenir comienza con la narración en voz de Ixtepec, un pueblo del sur de México que se autocontempla y rememora momentos de su historia. Con melancolía, Ixtepec reconoce haber tenido tiempos mejores y vivir de su memoria. Luego, se describe a sí mismo: su geografía, sus habitantes y sus rutinas. Así como los nombres de los personajes Francisco Rosas, Juan Cariño, Julia Andrade, Isabel Moncada, Cástulo, Félix, Elvira Montúfar, “la Luchi” o “la Taconcitos”, además de caracterizarlos, sugieren el cuidado que la autora puso en el buen sonido de su prosa.

 

La descripción se detiene en una de sus calles, donde está la casa de la familia Moncada, que en ese presente se encuentra en estado de abandono, tomada por flores, hierbas, arañas y murciélagos. En ese momento, la  memoria del pueblo trae un recuerdo de esa casa con vida: los niños de los Moncada -Nicolás, Juan e Isabel- juegan entre los árboles del jardín, a la vista de su madre y los criados. Una familia bien situada que jugará un importante papel en el trágico desenlace de la lucha del pueblo contra los militares. Pero también los militares, y en especial el disciplinado General Francisco Rosas, enamorado de Julia, protagonizan esta triste historia. Asimismo, los indios, las prostitutas del pueblo, doña Matilde, la anciana Dorotea y las amantes de los militares participan en el destino de Ixtepec.

 

Y Don Martín Moncada y Doña Ana, padres de la familia Moncada; él es una  persona muy especial, tiene una memoria particular, confunde lo pasado con lo presente, lo irreal con lo real. La única persona con la que no se siente extraño es Félix, el criado. Ella, es una mujer fuerte y protectora, oriunda del Norte, presenció la Revolución y sus miserias y ninguno de sus hermanos vivió más de 25 años.

 

Ixtepec hace hincapié en cómo cambió su vida y la de sus habitantes tras la llegada del general Rosas y los militares. Los describe como personas tristes, sombrías y violentas, procedentes del Norte. A su vez, el pueblo confiesa que también él y sus habitantes sienten tristeza y temor, mientras esperan en silencio por el regreso de los zapatistas.

 

La Revolución mexicana fue un conflicto armado que derivó en guerra civil y se extendió durante gran parte de la primera mitad del siglo XX, produciendo importantes consecuencias en el orden económico, social, territorial y político del país latinoamericano. En 1910, el 85% de la tierra mexicana le pertenecía a menos del 1% de la población. Los campesinos no tenían tierras, y tampoco trabajo, y sufrían los efectos del hambre y la pobreza. Estos conflictos son revisitados en las páginas del libro de Garro. Por su parte, puede decirse que la Guerra Cristera (1926-1929) fue una de sus tantas consecuencias, y enfrentó al pueblo mexicano nuevamente, en este caso por motivos religiosos.

 

Desde que llegaron los militares, el pueblo entero duerme su silencio de miedo en una opresiva calma. Sin embargo, la aparición de un "fuereño", Felipe Hurtado, trastoca esta estática pesadumbre. Hurtado parece conocer a la misteriosa amante del General Francisco Rosas. Julia es una mujer fantasma, pálida y vaporosa, cuya falta de ilusión entristece a su desgraciado amante. Francisco Rosas domina el pueblo, siembra sus calles de cadáveres a su antojo, pero siente que Ixtepec se complace en secreto de su desgracia. Pues en el pueblo todos saben que el General muere de amor por Julia mientras que ella acepta su destino con la resignación de los que no tienen nada que perder. Por eso, la súbita aparición de Hurtado en el pueblo rompe la monotonía del tiempo, desencadena la fatalidad y reduce su historia a piedras. Para siempre, en lo alto de una montaña, una piedra aparente encierra la memoria de Ixtepec.

 

Hurtado llega en un contexto difícil. Al arribar al pueblo accede al Hotel Jardín, hogar de los militares y sus queridas, ahí habla con Julia a quien parece conocer, lo que desata la incertidumbre del general quien lo desprecia. Después del encuentro con el general en el hotel, se entrevista con Juan Cariño quien es un loco al que pusieron el título de Presidencial municipal. Finalmente llega al hogar de los animalitos, la casa más grande de Ixtepec donde es bien sabido que el patrón, don Joaquín Meléndez, tiene la maña de recoger a desvalidos y otorgarles un techo, sean animales o personas.

 

Hurtado le brinda al pueblo cierta alegría a través del teatro y de su poesía, pero todo esto cambia de pronto un día cuando los celos de Rosas lo superan y decide buscar a Hurtado a casa de don Joaquín y doña Matilde Moncada, hermana de Martín Moncada, decidido a asesinarlo. Sin embargo, teniéndolo en frente de él, el tiempo se detiene y desaparece sin ninguna explicación. Después, se cuenta, se le vio saliendo del pueblo llevándose a Julia con él.

 

Después de la partida de Julia, el general Rosas, despechado y cruel, comienza a hostigar al pueblo. Las acciones de Rosas llegan a tal punto que cierra la iglesia y manda matar al sacristán y al sacerdote, aunque sólo logra su cometido con el primero. El general sospechando que el pueblo protege al sacerdote busca la manera de encontrar el lugar en el que lo esconden, lo cual se descubre durante una fiesta, en la que Rosas apresa y mata a los involucrados, excepto por Nicolás Moncada dado que era el hermano de Isabel, de quien Rosas se enamora después de la partida de Julia, por lo que al final decide dejarlo ir. Sin embargo el joven regresa para ser ejecutado. Por lo que al final Isabel Moncada al ser testigo de lo sucedido a su hermano y sintiéndose culpable por amar a su asesino, Isabel, se convierte en piedra, mientras que Rosas dejó de ser lo que antes era para finalmente un día desaparecer.

 

Además de su alusión al contexto histórico, el relato de Ixtepec permite identificar algunos de los temas que atravesarán la novela entera que son la memoria y el tiempo. Desde el comienzo, el personaje de Martín Moncada es importante para el análisis, ya que dialoga con algunos de los temas principales del libro, el tiempo y la memoria. El detalle de su obsesión con el sonido que hace el reloj es, en realidad, un disfraz para su angustia por el paso del tiempo. Su desagrado por el calendario y su fastidio con la idea del porvenir dan cuenta de lo mismo.

 

El paso del tiempo es justamente lo que lo pone en aprietos cuando siente que debe pensar en el futuro de sus hijos, que, por otra parte, también tienen sus propias ideas al respecto. Nicolás, como hermano mayor, tiene claro que deben irse de Ixtepec porque allí no hay futuro. En tanto, y combatiendo el mandato y los estereotipos femeninos, Isabel manifiesta lo que no quiere: el matrimonio como único destino posible para la mujer.

Este último punto anticipa otra de las cuestiones importantes que trabaja Garro en su novela: el rol de la mujer. La cuestión de género es un tema destacado en parte de la novela. Al manifestar su -genuino- deseo de ver a su hija casada, Doña Ana reproduce la desigualdad de género y genera el enojo de Isabel, que se siente disminuida frente a sus hermanos y humillada por tener por delante solo ese destino.

 

Con la ida de Juan y Nicolás a las minas de Tetela empieza a romperse la estructura de la familia Moncada y, con ella, la de Ixtepec. Los Moncada son una especie de síntoma de lo que ocurre en el pueblo, lo que plantea un paralelismo entre ambos. La despedida de los hermanos es un evento extraordinario: genera la llegada de una costurera para producir la ropa para su viaje, y también varias reuniones de despedida. Esos encuentros sirven también para dar una mejor perspectiva de los personajes que habitan Ixtepec. Además de militares, hay mestizos e indios, lo que refleja a su vez diferencias sociales: los primeros están representados por las familias de clase acomodada, como son los Moncada; en tanto, el origen indio se aprecia en los criados, que se muestran sumisos y silenciosos.

 

Además de esas diferencias, se muestran algunas de las costumbres de los pobladores, entre ellas el apego a la religión, las supersticiones, los mandatos patriarcales, etc. Al tiempo que representan varias de estas cuestiones, los Moncada expresan también los sentimientos de culpa, enojo, fastidio y tedio que recorren muchas de las páginas de esta novela. El narrador construye la sensación de un presente asfixiante y estático, un tiempo inmóvil, pero sin quitar dinamismo: logra contar lo que ya ha ocurrido y presagiar lo que está por ocurrir a la vez se ve en la escena del reloj.

 

Sin el tictac, la habitación y sus ocupantes entraron en un tiempo nuevo y melancólico donde los gestos y las voces se movían en el pasado. Doña Ana, su marido, los jóvenes y Félix se convirtieron en recuerdos de ellos mismos, sin futuro, perdidos en una luz amarilla e individual que los separaba de la realidad para volverlos solo personajes de la memoria, Cada uno inclinado sobre su círculo de luz, atareados en el olvido, fuera de ellos mismos y de la pesadumbre que por las noches caía sobre mi cuando las casas cerraban sus persianas.

 

El reloj, junto al calendario, constituyen una alegoría sobre la angustia que puede generar el transcurrir irrefrenable del tiempo. La idea de eterno presente, entonces, no tiene que ver con una falta de movimiento, sino más bien con un movimiento circular: muchas veces se hace referencia a que la historia está condenada a repetirse, una y otra vez. Las digresiones al pasado y al futuro condensan el sentido de esta concepción de un tiempo circular donde las cosas que pasaron siguen pasando en la memoria, fundadora de un eterno hoy. En la memoria no hay un presente, sino muchos. Y cada presente tiene su propio pasado y porvenir. Este concepto se adelantaba ya en el título de la novela.

 

 

 

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