LA LIBERTAD (ALVARO ROTONDARO GÓMEZ)
LA LIBERTAD
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los
cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el
mar encubre, por la libertad así como
por la honra se puede y se debe aventurar la vida, y, por el contrario, el
cautiverio es el mayor mal que puede venirle a los hombres”.
Como vemos claramente en esta frase del Quijote, Cervantes
nos indicó la gran importancia de esta palabra para los seres humanos, lo cual
hemos visto reflejado en los pensamientos de los filósofos y eruditos, quienes
con sus enseñanzas y escritos, nos comunicaron la magnitud y el valor del
concepto de esta palabra.
En efecto, Cervantes nos señala, lo íntimo que está ligado
su concepto, a los criterios de Vida,
Virtud, Justicia y Dignidad, ya que de la lectura de su magna obra,
nos recuerda el humanismo de Erasmo de Rotterdam, a Sócrates con sus excelentes
frases, tales como: «No
puedo enseñar nada a nadie. Sólo puedo hacerles pensar». «Es
mejor cambiar de opinión que mantenerse en la errónea»; y a lograr instruirnos en el
conocimiento de uno mismo, que es la verdadera sabiduría; y de esa manera,
practicar el Daimon Socrático, el cual es esa energía interna, que interviene
de vez en cuando en nuestra consciencia y no para afirmar u ordenar en
positivo, sino para decir que nó o disuadirte
de hacer algo, sin nunca depender de
aspectos materiales ni bienes externos y que nos conduce a practicar la Virtud,
es decir, vivir honestamente, lo que nos lleva a lograr la felicidad del
alma, que es la verdadera libertad, la cual es el LIBRE ALBERDRÍO.
A continuación su alumno Platón, consideraba la Libertad
una concepción positiva,
al describirla como autodominio racional, es decir, una persona es libre si sus
deseos racionales dominan sobre sus deseos irracionales y determinan sus
acciones, así como también, cuando los miembros de una ciudad realicen los
deseos que les son propios al estamento al que pertenecen.
Noción esta que define Aristóteles,
al reconocer a la
persona, la capacidad para decidir
libremente y de manera racional frente a una amplia gama de opciones
previamente ofrecidas, incluso, la facultad de actuar según la decisión que haya tomado; y así sucesivamente
pudiéramos seguir citando infinidad de filósofos y pensadores, como Kant quien
sostenía que la dignidad
humana, es
una prolongación de la idea de libertad, Descartes,
etc., con juicios muy parecidos.
Ahora bien, la mejor
explicación de la conexión entre estas palabras, nos lo esclarece las
obras y el comportamiento de nuestro señor
Jesucristo durante toda su vida, que al final de sus días, nos dio su Vida, para
que nosotros tuviéramos el Libre Albedrío, es decir, que actuaramos de
conformidad con los Diez Mandamientos y de esa manera, ¨Dios reconocerá la obra de Cristo en nosotros, ver a Jesús y su justicia, no
nuestras faltas y pecados. ¡Bendita libertad¨ (1Tesalonicenses 1:10). De hecho, Cristo es el fin de la ley, para
que todo el que cree reciba la
justicia.(Romanos
10:4). Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo. (Hebreos 10:19-20).
En la práctica, no es nada
difícil deducir que al centrarnos a
conocernos a nosotros mismos; y de esa manera empezar a obtener los cambios
individuales positivos de consciencia, para lograr la Virtud, tal como nos lo recomendaba Sócrates y de esa
meditación adquirir una verdadera Apertura
de Consciencia, es
cuando obtendremos esa libertad de nuestros deseos individuales, los
cuales transmitiremos, por medio del
efecto Mariposa a cada uno de nuestros semejantes e inmediatamente
conseguiremos formar la Masa Crítica; y en consecuencia, alcanzaremos, de
conformidad con las ideas Platónicas, no solo que los miembros de una ciudad
realicen los deseos que les son propios al estamento al que pertenecen, sino
también, que cumplan con la Ley contenida en los Diez Mandamientos y con los tres
principios Generales del Derecho, estatuidos por Ulpiano, a saber: honeste vivere, alterum non laedere et suum
ius quique tribuere... «vivir honestamente, no hacer daño a nadie y dar a cada
uno lo que le corresponde».
Derivado de todos estos
pensamientos y tratando de aplicar los procedimientos sugeridos por esos brillantes filósofos, con la finalidad de buscar la solución, tanto
de los problemas internos, como los colectivos, otro gran filósofo, Hipócrates,
quien fue contemporáneo de Sócrates y Platón, considerado el padre de la
medicina, creó un método para examinar un paciente, el cual practicaba de la
siguiente manera: primero examinaba profundamente el paciente (su forma de
vida, sus costumbres, su alimentación, etc.), luego estudiaba detenidamente los
síntomas y la relación que pudiere existir, entre estos y el paciente e
inmediatamente diagnosticar la enfermedad y acto seguido, proceder a la acción
de curar al enfermo; y actualmente, esta misma metodología la siguen usando no
sólo los médicos, sino todas las personas que desean solucionar un problema,
guardando las diferencias sobre el sujeto en investigación y análisis.
En consecuencia,
consideramos totalmente incongruente
seguir convocando a diálogos manipulados, a elecciones fraudulentas con el régimen
criminal que nos tiene secuestrados y a foros relativos a diversos temas, que ya han sido estudiados,
analizados y diagnosticados, los cuales constituyen un efecto legitimador del régimen
e inexplicablemente no pasamos del diagnóstico a la Acción, es decir, no
procedemos a curar el enfermo, siendo lo mas alarmante e incoherente en esos
diagnósticos, que
siempre han obviado lo mas importante; y es que, mientras no cambiemos
individualmente primero nuestras consciencias erróneas, es imposible cambiar nuestra
consciencia colectiva, la cual es una consecuencia de lo desacertada y falsa de
la individual y por esta razón, no podremos lograr los resultados positivos
deseados, tal como lo expusimos anteriormente.
En efecto, al ser herederos
de las excelentes costumbres españolas y africanas, pero también lo fuimos de sus desaciertos reflejados en
las picardías de
los primeros, como muy bien nos lo reseña, entre otros libros, la lectura del
Lazarillo de Tormes, en el que nos
representan como el personaje a seguir, al típico bellaco, pícaro
y embaucador; y posteriormente,
encontraremos a este protagonista en Venezuela, en los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo y todo esto acompañado por lo
sobrenatural y por la brujería que
nos trajo la esclavitud africana, todo lo cual redundó en un carácter
jovial y dicharachero de nuestra identidad, que desafortunadamente de igual
forma nos llevó a la picardía, que
nos condujo a plegarnos a los gobiernos que nos ofrecieran una mejor forma de vivir, como por ejemplo,
salir de la pobreza y a suscribir contratos de obras públicas o de cualquier naturaleza para
enriquecernos rapidamente, lo que nos remitió a
ocultar nuestra depresión con chistes y refugiándonos en el trasiego de bebidas alcohólicas y
conscientemente engañarnos de esa manera.
No obstante, esta barrera
que acabamos de señalar y que padecemos individualmente y como colectivo, estoy
seguro que la podemos superar exitosamente, debido a nuestra profunda dignidad
y solidaridad como venezolanos y por el amor a nuestro país, lo cual nos da la
fuerza del alma, para obtener los cambios necesarios e indispensables y tomar consciencia de nuestros errores
individuales y colectivos, para defender nuestra nación y organizarnos como
sociedad civil, con todos los recursos que nos asisten, subsanando los errores
cometidos y pasar de inmediato a la acción, poniendo en práctica nuestras capacidades y responsabilidades
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