Que ser valientes no sea tan caro y que ser cobarde no valga la pena (Gustavo González Urdaneta)
Que
ser valientes no sea tan caro y que ser cobarde no valga la pena
Gustavo
González Urdaneta
Miami
16 marzo 2025
En la vida, hay momentos en los que
debemos ser valientes y enfrentar nuestros miedos. Sin embargo, muchas veces el
precio de esa valentía puede resultar demasiado alto. Es importante encontrar
un equilibrio para que ser valiente no implique grandes sacrificios. Cuando
decidimos ser valientes, estamos dispuestos a asumir riesgos y enfrentar los
obstáculos que se nos presenten en nuestro camino. Esto puede implicar dejar
atrás nuestra zona de confort y enfrentar situaciones desconocidas. Sin
embargo, no debemos olvidar que la valentía no debería costarnos nuestra
felicidad o bienestar personal.
Es fundamental tener en cuenta que ser
valientes no significa actuar de forma temeraria o irresponsable. La valentía
implica tomar decisiones difíciles, pero siempre pensando en nuestras metas y
objetivos a largo plazo. No debemos permitir que nuestras acciones valientes
nos perjudiquen irreparablemente. Para que ser valientes no salga tan caro, es
necesario evaluar los riesgos y medir las consecuencias antes de tomar
cualquier decisión. Debemos pensar en cómo nuestros actos pueden afectar a
nuestra vida y a las personas que nos rodean. Ser valientes no debe significar
causar daño o sufrimiento a terceros.
Además, es importante rodearnos de
personas que nos apoyen en nuestros momentos de valentía. Contar con un buen
sistema de apoyo nos permitirá tomar decisiones informadas y enfrentar los
desafíos con mayor seguridad. Ser valientes tiene un valor incalculable, pero
no debemos dejar que ese valor se convierta en un precio excesivo. Se trata de
encontrar un equilibrio entre el coraje y la prudencia, para que podamos
enfrentar nuestras dificultades sin perder el bienestar personal y la
felicidad. En conclusión, ser valientes es una cualidad admirable, pero debemos
recordar que no podemos permitir que esa valentía nos cueste demasiado. Es
importante evaluar los riesgos y tomar decisiones inteligentes para evitar
pagar un precio alto por nuestra valentía.
En septiembre de 2019, el Consejo de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas estableció la Misión Internacional
Independiente de Investigación sobre la República Bolivariana de Venezuela
(MIIV) por un año, para evaluar las presuntas violaciones de derechos humanos
cometidas desde 2014. En octubre de 2020, el Consejo de Derechos Humanos
prorrogó el mandato de la MIIV por dos años más, hasta septiembre de 2022.
En ese periodo de tres años, la Misión
presento tres informes; en el primero se detallaron casos de ejecuciones
extrajudiciales, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, torturas y
tratos crueles, inhumanos o degradantes, incluida la violencia sexual y de
género, cometidos por agentes estatales venezolanos desde 2014. En su segundo
informe de 2021, la MIIV centró su
investigación en el sistema de justicia y su respuesta ante las violaciones de
los derechos humanos y los delitos documentados por la Misión. El tercer
informe de la MIIV se centra en dos temas: (a) Crímenes de lesa humanidad
cometidos a través de los servicios de inteligencia del Estado: estructuras y
personas involucradas en la implementación de un plan para reprimir la
oposición al gobierno, y (b La situación de los derechos humanos en el Arco
Minero del Orinoco y otras áreas del estado Bolívar.
Los organismos de inteligencia del
Estado de Venezuela, tanto civiles como militares, funcionan como estructuras
bien coordinadas y eficaces para la ejecución de un plan, orquestado desde los
niveles más altos del gobierno, para reprimir la disidencia mediante la
comisión de crímenes de lesa humanidad, según consta en los informe de la ONU
publicados a la fecha. Sus investigaciones y análisis muestran que el Estado
venezolano utiliza los servicios de inteligencia y sus agentes para reprimir la
disidencia en el país. Esto conduce a la comisión de graves delitos y
violaciones de los derechos humanos, incluidos actos de tortura y violencia
sexual.
Debido a que el gobierno de Venezuela no
ha respondido nunca las solicitudes de la ONU, la Misión del organismo ha
basado las conclusiones de sus informes en entrevistas confidenciales con
víctimas, sus familiares y exfuncionarios de los servicios de seguridad e
inteligencia. Las entrevistas fueron realizadas tanto en persona como a
distancia, mediante conexiones telefónicas o de vídeo seguras. Además, se
analizaron los expedientes judiciales y otros documentos relacionados con los
incidentes. La Misión visitó áreas cercanas a las fronteras con el país, debido
a que desde su establecimiento continúa sin poder acceder al territorio
venezolano.
En sus informes la Misión había
destacado el papel de los dos servicios de inteligencia militar y civil del
Estado - la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) y el
Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), respectivamente - en la
comisión de violaciones de los derechos humanos desde 2014, en el contexto de
un ataque contra opositores al Gobierno, reales o percibidos como tales. La Misión
determinó que algunas de estas violaciones constituyen crímenes de lesa
humanidad todas orquestadas por Maduro y otras autoridades de alto nivel para
reprimir a la oposición al Gobierno, incluso mediante la comisión de torturas
de extrema gravedad, que son constitutivas de crímenes de lesa humanidad.
La Misión ha documentado casos de
víctimas que fueron detenidas por la DGCIM, las cuales fueron sometidas a
tortura, violencia sexual y/u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. La
tortura se llevó a cabo en su sede de “Boleíta”, en Caracas, y en una red de
centros de detención encubiertos en todo el país. El SEBIN ha torturado o
infligido malos tratos a detenidos -entre ellos políticos de la oposición,
periodistas, manifestantes y defensores de los derechos humanos- principalmente
en el centro de detención “El Helicoide”, en Caracas. La Misión ha investigado
casos que ocurrieron desde 2014. El informe detalla cómo las órdenes fueron
impartidas por autoridades del más alto nivel a funcionarios de menor rango. Tanto
el SEBIN como la DGCIM hicieron uso de la violencia sexual y de género para
torturar y humillar a sus detenidos. Ser valientes les ha salido caro a muchos
venezolanos.
Las autoridades venezolanas no han
investigado ni procesado a los responsables ni se han ocupado de proporcionar
reparaciones a las víctimas, en un contexto en el cual las reformas anunciadas
a partir de 2021 tampoco solucionaron la falta de independencia e imparcialidad
que aqueja al sistema de justicia. Las violaciones y los crímenes del SEBIN y
la DGCIM continúan hasta hoy. Los crímenes de lesa humanidad, cometidos a
través de los organismos de inteligencia del Estado, orquestadas por personas
en los niveles más altos de autoridad, han tenido lugar en un clima de casi
total impunidad. La comunidad internacional debe hacer todo lo posible para que
se garanticen los derechos de las víctimas a la justicia y a la reparación.
Ante la crisis de la industria petrolera
nacional, en 2016, el Gobierno venezolano estableció el Arco Minero del Orinoco
como "Zona de Desarrollo Estratégico Nacional" para formalizar y
ampliar su control sobre la extracción de oro y otros recursos estratégicos,
principalmente en el estado sureño Bolívar. Desde entonces, la zona está
fuertemente militarizada, mientras que los grupos armados criminales siguen
operando abiertamente, controlando las minas y las poblaciones.
El informe de la ONU documenta cómo
actores estatales y no estatales han cometido violaciones de derechos humanos
contra la población local, en el marco de la lucha por el control de las zonas
mineras. Entre ellos figuran privaciones arbitrarias de la vida,
desapariciones, extorsiones, castigos corporales y violencia sexual y de
género. Las autoridades no sólo no han adoptado medidas para prevenir o
reprimir estos abusos, sino que la Misión ha recibido información que sugiere
una connivencia entre actores estatales y no estatales en algunas partes del
estado Bolívar. Las fuerzas del Estado han atacado a las poblaciones indígenas,
cometiendo una serie de violaciones. Entre ellos, los enfrentamientos que se
produjeron en 2019 tras el intento de la oposición de trasladar ayuda
humanitaria a la Gran Sabana desde Brasil, cuando las fuerzas estatales
cometieron torturas y privaciones arbitrarias de la vida contra personas
indígenas.
La valentía y la cobardía son dos caras
de la misma moneda, ya hemos hablado de que la valentía es una habilidad
esencial en el crecimiento personal y emocional. A través de ella, podemos
romper barreras, superar miedos y alcanzar nuestro máximo potencial. Es un
ingrediente clave para cultivar una vida plena y satisfactoria. Igual hemos
sintetizado su costo para los venezolanos en un periodo de tres años que son
representativos de lo que les ha costado los últimos veinticinco del régimen
chavista-madurista. Toca explorar estrategias y consejos para superar la
cobardía y evitar que esta actitud se convierta en un obstáculo en el futuro de
Venezuela.
El primer paso para superar la cobardía
es reconocer y comprender qué situaciones o aspectos generan temor. Identificar
los miedos permite tomar conciencia de ellos y analizar su origen, lo que
facilita el proceso de confrontación y superación. Después hay que trabajar en
el fortalecimiento de la autoconfianza, fundamental para enfrentar los miedos.
Esto implica reconocer y valorar las propias fortalezas y capacidades, y
celebrar los logros alcanzados, por pequeños que sean. Superar la cobardía
implica aprender a tolerar la sensación de incomodidad que puede generar
enfrentarse a situaciones difíciles. Aceptar que sentir miedo es normal y parte
del proceso de crecimiento personal es clave para avanzar hacia la valentía. El
camino hacia la valentía está enfocado en destacar los beneficios de
desarrollar una actitud valiente y cómo esto puede, en el caso actual, impactar
positivamente en la vida de todos los venezolanos, tanto en el ámbito emocional
como social.
La valentía implica enfrentar los
desafíos y dificultades con coraje y determinación, incluso cuando existe
miedo. Una persona valiente está dispuesta a arriesgarse, aprender de los
errores y buscar oportunidades de crecimiento personal. Desarrollar una actitud
valiente puede llevar a un aumento en la autoestima y la confianza en uno
mismo. A medida que se enfrentan y superan los miedos, la persona experimenta
un sentimiento de empoderamiento y bienestar llegando a reconocer su propia
capacidad de resiliencia y superación. Además, la valentía promueve la
construcción de relaciones más auténticas y significativas. Al enfrentar los miedos,
una persona valiente es capaz de conectarse con otros de manera más profunda,
compartir experiencias y establecer vínculos basados en la confianza y el apoyo
mutuo.
Por tanto, es fundamental dejar atrás la
cobardía y aprender a adoptar una actitud valiente frente a la vida. El miedo
siempre estará presente, pero debemos aprender a enfrentarlo y utilizarlo como
motivación para seguir adelante. Solo así alcanzaremos nuestros sueños y nos
convertiremos en la mejor versión de nosotros mismos. No permitas que el miedo
te paralice, ¡enfrentémoslo y sigamos adelante en búsqueda de la felicidad y el
éxito. ¡Viva Venezuela!
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