El Síndrome del Escritor (Gustavo González Urdaneta)
El
Síndrome del Escritor
Gustavo
González Urdaneta
Miami
14 abril 2025
Hace unos cuatro años escribi
unas reflexiones sobre “Escribe sobre lo que sabes y lo que no sabes” y les
decía que mi aprendizaje de escribir para el blog Factótum Ignacianos lo puedo resumir en un
aforismo que pueden tomar como primer consejo: “Escribe lo que sabes”. Lo
primero que debes hacer para poder usar ese primer consejo es “como definir lo
que sabes”. Yo empecé escribiendo todas las cosas que he hecho por primera vez
en mi vida: Mi nacimiento, mi infancia, la primera escuelita primaria, como
aprendí a nadar en el lago de Maracaibo, la mudanza a Caracas, mi primera
bicicleta, el inicio de la educación jesuita y un largo etcétera que aún no
termino. Una vez que me sentí cómodo haciéndolo, entonces empecé a tratar de
desarrollar el segundo consejo: “dispara tu imaginación y descubre tu posible
potencial de escritor".
Tampoco es que esté siendo fácil
pero, además de motivarme el hacerlo, continué escribiendo sobre tantas cosas
que uno hace con cierta frecuencia. Nuestra imaginación se nutre de todo lo que
leemos a diario, de cualquier conocimiento que tengamos de los corazones y las
mentes de los seres humanos, trabajando en la observación como lo hace
cualquier escritor. Todo lo que necesita el primer consejo es una buena
definición de "saber". La lectura muestra muy claramente la
importancia relativa de la imaginación y la experiencia. La mayoría de los
libros que leemos no son experiencias de sus autores. En todo esto hay un
incentivo, el escribir es como leerse a uno mismo y eso resulta gratificante y
confortante.
Es oportuno saber lo que piensan
al respecto los escritores profesionales empezando porque algunos consideran
que escribir sobre lo que uno sabe es la ficción que interesa a quien conoce al
autor mientras que la otra es la que realmente importa. Otros opinan que
escribir sobre lo que uno sabe suele animar a la gente a escribir una
autobiografía aburridísima y es lo contrario de disparar la imaginación y el
potencial de los escritores. Hay quienes piensan que solo trabajan en ideas que
además de interesarles los dejan perplejo y los absorben. Escriben lo que les
obsesiona. Prefiero el equilibrio entre obsesiones y pasiones. También los hay
quienes piensan que "Escribe lo que sientes" es un buen consejo; si
alguna vez has estado asustado, preocupado, enojado o extasiado, por ejemplo,
recuerda esos sentimientos y hazlos explotar para satisfacer las necesidades
exageradas de tu trama. Otros consideran que no les importa un comino lo que la
gente quiera y que ese es el camino correcto. De ahí viene el título de las
reflexiones de hace cuatro años y siempre ha sido asi, en mi caso.
Es común escuchar a escritores,
tanto novatos como experimentados, mencionar el temor a enfrentarse a la hoja
vacía: ese pánico que se apodera del autor ante la idea de no poder generar
nada digno. Sin embargo, existe un fenómeno igual de amenazante que amenaza el
proceso de escritura, y es el llamado “síndrome del escritor” durante la etapa
de revisión. Este síntoma se presenta cuando un escritor se siente abrumado o
crítico en exceso con su propio trabajo, lo que puede llevar a la paralización
creativa y a la frustración. El “síndrome del escritor” no es solo una frase
común entre los que se dedican a la escritura; es un fenómeno psicológico que
afecta a muchos autores en diversas etapas de su carrera. Se manifiesta como
una “falta de confianza” en la calidad del propio trabajo, lo que puede llevar
a la inseguridad y a una incapacidad para avanzar. Este síndrome puede surgir
tras el primer borrador, durante la revisión o incluso ante la idea de enviar
un manuscrito a un editor. Comprender cómo y por qué ocurre es el primer paso
para combatirlo.
Un factor que contribuye al
“síndrome del escritor” es la autoexigencia. Muchos escritores posteriormente
se sienten presionados por mantener un estándar de calidad extremadamente alto,
lo que puede resultar en una crítica dura de su trabajo. Además, el ambiente
social actual, donde las comparaciones están a la orden del día gracias a las
redes sociales, puede intensificar este sentimiento. La exposición constante a
otros escritores y sus logros puede aumentar la presión y provocar un bajón en
la autoestima. Por lo tanto, para evitar caer en el “síndrome del escritor”, es
crucial cultivar una perspectiva adecuada sobre el proceso creativo.
Hay quienes proponen etapas para
el proceso de creacion que pueden servir de guía y suelen coincidir, pero lo normal es que cada escritor desarrolle
el suyo y lo va perfeccionando en el tiempo hasta que se siente satisfecho y lo
usa, especialmente cuando esta atascado o bloqueado y que forma parte del
síndrome que nos ocupa. Todos empiezan con lo que se llama corazonada y
siempre se puede llegar a una decisión
racional una vez sopesados los riesgos y recompensas. Puedes hablar de tu idea
con quienes quieras pero no lo hagas antes de tener algo ya en mente, no antes,
buscando apoyo para algo que no has
empezado. Puedes absorber muchas ideas de tu entorno pero cuídate de no adoptar
formas predeterminadas sin ni siquiera estar consciente de ello. Construye la
arquitectura de tu proyecto, evita la confusión sacando afuera tus miedos, no
tengas prisa, haz pausas, tómate tu tiempo, hazte preguntas y busca sus
respuestas, celebra los avances, revisa constantemente tus notas y define
cuando es el momento de darlo por terminado y, sobre todo, disfruta el proceso.
El bloqueo del escritor es la
condición, que primordialmente le ocurre a un escritor pero que también se da
en otros autores creativos, por la que pierden la capacidad para crear nuevo
material creativo o el trabajo sufre retrasos. La condición va desde la
ineficiencia para generar nuevas ideas hasta la incapacidad de producir nuevo
material por algunos días o en algunos casos hasta por años. El bloqueo del
escritor puede tener distintas causas, algunas veces se trata de simples
problemas creativos del mismo escritor, ya sea que se queda sin inspiración o
se distrae por una serie de eventos. En la obra Que no muera la aspidistra,
de George Orwell, el protagonista, Gordon Comstock, lucha en vano por completar
un poema épico, en el que intenta describir un día en Londres: "Era
demasiado grande para él, esa era la realidad, de modo que nunca progresaba,
debido a esto se derrumbaba en una serie de fragmentos"
Otro tipo de bloqueos son
producidos por diversas circunstancias en la vida o carrera del escritor:
depresión, enfermedades mentales, ruptura amorosa, problemas económicos o una
sensación de fallo. La presión para producir un trabajo puede ser un factor que
contribuya al bloqueo del escritor, especialmente si está obligado a entregar
trabajos que van en contra a su inclinación para trabajar como fechas límites,
estilos o géneros. El bloqueo del escritor también se da ante la intimidación,
que puede provocar la salida de un nuevo trabajo, después de un trabajo
exitoso. La escritora Elizabeth Gilbert manifestaba su punto de vista del post-superventas,
proponiendo que dicha presión debiese ser resuelta al analizar el escritor como
un ser "con" genio para escribir y no "ser" genio para
escribir.
El tercer consejo es que no
escribas exclusivamente sobre cosas que te han sucedido, es considerado hasta
un error. De hecho, el mandato es solo para saber; el asunto de cómo se obtiene
su conocimiento queda bastante abierto. Si bien podemos minar nuestra propia
vida, también podemos observar con simpatía las experiencias de otras personas.
Podemos leer, investigar y usar nuestra imaginación. Hablar con especialistas.
Lo que los buenos escritores saben acerca de sus temas generalmente se extrae
de alguna combinación de estas fuentes. De hecho, estas reflexiones se nutren
en poco de mi propia experiencia y en su mayoría de lo escrito, dicho y
recomendado por grandes escritores.
Siempre habrá diferencia entre lo
que queremos escribir y lo que terminamos escribiendo, hay cosas que suenan
mejor en nuestras cabezas y al plasmarlas las encontramos menos encantadoras.
Creo que siempre hay que intentar hacerlo lo mejor posible, pero también para
entender, para amar, para que nos quieran, para saber, por necesidad, por
dinero, por costumbre, para vivir otras vidas y revivir la propia. Para dar
testimonio y muchas más.
¿Por qué escriben los escritores?
¿Qué es una novela ¿Qué es la poesía? ¿La literatura mejora la vida? ¿Cuál es
la patria de un escritor? ¿Cuáles son las fronteras de la realidad y la
ficción? Una treintena de autores conversaron de todos estos temas en la décima
edición del Festival Centroamérica Cuenta, del 16 al 21 de mayo de 2023, en
Santo Domingo (República Dominicana). Aquí algunas de las ideas y
reflexiones de ese encuentro alrededor del mundo de la creación literaria que
intenta iluminar el misterio de la escritura.
Mircea Cărtărescu de Rumanía
opina que mucha gente cree que la ficción es mentira, una concesión, una
mentira hermosa, una mentira que ayuda a la gente, que consuela a la gente, que
da un sentido a su vida. Pero la literatura no es nada de eso. La literatura es
un instrumento para investigar en esa realidad insondable, en esas realidades
inagotables. La literatura habla sobre la verdad, al igual que la ciencia, o la
filosofía, o la teología, al igual que cualquier otro dominio del conocimiento
humano.
Fernando Cabrera de República
Dominicana aspira a que la patria del escritor sea el lenguaje, que la verdad
es que uno escribe desde uno mismo, desde su autobiografía y la literatura por
necesidad es identidad. Sergio Ramírez de Nicaragua considera que uno tiene que
ir registrando lo que sirve para contar una historia, lo que le parece que es
atractivo para contar una historia, sean secretos de familia, sean
conversaciones ajenas, sean en un autobús, en un restaurante, en una carta mal
puesta. Porque todo va a ir a dar a la novela. La novela es en ese sentido una
antena abierta a todo y que recoge todo. En todo hay literatura, hasta en los
papeles rotos de la calle. Y asi veintisiete diálogos más sobre tópicos tan
variados como Entre la realidad y los sueños, El impulso de escribir, El viaje
de las palabras, Cuerpo y literatura o Versos que cuentan, un recital de poesía
en el que participaron alrededor de 20 autoras
Algunos llegaron a la literatura
por vocación, por el placer de la lectura y para emular a los autores que
admiraban. Ahora crean por necesidad vital, o simplemente lo hacen por dinero. En
el principio fue el verbo… Así lo recoge San Juan en su Evangelio. La palabra
que conforma el mundo, el nombre que lo explica todo. Puede que no fuera tal,
puede que antes del verbo existieran cielos, mares, noche, día, estrellas,
firmamento. Pero si nadie sabía cómo nombrarlos, no eran nada, absolutamente
nada. Así que al principio fue el verbo, como bien dejó escrito Juan. Y a ese
verbo bíblico le siguieron la épica de Homero, la intemperie y el poder de los
dioses, el amor y la guerra que nos relata la Ilíada y, después, el delirio del
Quijote, y luego, la soledad de Macondo.
Un cuarto consejo, derivado del
anterior, y que siempre he seguido y copiado de los grandes escritores, es
escribir sobre temas variados que estan fuera de mi formación y perfeccionar mi
conocimiento a través de su investigación y análisis. Un poco a lo Dan Brown,
escribir algo sobre lo que necesites aprender. Hacer del proceso de escritura
un proceso de aprendizaje para uno. Para quien piense “no sé qué escribir”,
pregúntate ¿qué es lo que siempre has querido saber? Apréndelo y deja que tu
proceso de aprendizaje sea el catalizador para que lleves a otras personas tu
proceso de aprendizaje, a través de tus escritos.
Para este viaje, que dura toda la
vida, el deseo de escribir es una utilísima y práctica alforja de la que
cualquier viajero -joven o viejo, profesor o escritor- podrá extraer, cuando
así lo considere oportuno y necesario, alimento y líquido con que saciar su
hambre y sed temporales de aprender o enseñar a conjugar el verbo escribir. Lo
cual, en los tiempos de reclusión forzada es estimulante. En nuestro blog
Factótum Ignacianos, que funciona casi como un baúl de recuerdos de los
ignacianos, familiares y amigos, se recogen testimonios valiosos de que el
viaje mereció la pena.
"Hay que
empezar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor que se
ha escrito nunca, porque luego siempre queda algo de esa voluntad".
Gabriel García
Márquez
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