Dejemos el pasado y aferremos el futuro: En la unidad esta la fuerza (Gustavo González Urdaneta)

 Dejemos el pasado y aferremos el futuro: En la unidad esta la fuerza

Gustavo González Urdaneta

Miami 9 junio 2025

 

No hay un tiempo exacto para superar algo y mucho menos si “ese algo” requiere previamente extirpar un “cáncer” para lo cual se necesita, tanto la cooperación interna de todos, como el apoyo internacional que no se ha dado por notificado. En enero 2019 Juan Guaidó presentó el programa Plan País compuesto por tres ejes para lograr “la Venezuela que viene”, tras la “liberación” del país y explicó que el programa se basaba en los ejes de recuperación del Estado, empoderamiento de la población venezolana y la reinserción del país "en el concierto de Naciones Libres del Mundo". Según Guaidó, los objetivos del plan eran "estabilizar la economía, atender la emergencia humanitaria de inmediato, rescatar los servicios públicos y superar la pobreza".

 

En ese entonces, se afirmó que, para frenar la hiperinflación en Venezuela, el gobierno de transición debe eliminar los tipos de cambio fijos, frenar la inflación monetaria limitando la oferta monetaria venezolana y refinanciar la deuda externa. Se estimó que Venezuela necesitaba una inversión de 30.000 millones de dólares para la recuperación económica. Se decía «No vamos a reducir el gasto, no vamos a vivir en la austeridad, vamos a un programa de expansión para reactivar la economía venezolana». Y estaba claro que la implementación del plan requería la salida de Nicolás Maduro de la presidencia. Han pasado seis años, la crisis se ha agudizado, tenemos un nuevo plan estratégico Venezuela Tierra de Gracia y nuevos actores, pero el requisito previo de sacar a Maduro permanece y no se da. No ha sido por falta de planes estratégicos.

 

Ya en 2018 tuve acceso al documento Renacer de Venezuela del Grupo Rumbo Libertad con una Propuesta para la Transición de ese grupo joven de venezolanos distintos, con esperanza. Luchando por reconstruir el país que les habían quitado. En su enfoque conceptual consideraban que el proceso de rehabilitación de nuestro país pasa por tres etapas: la liberación, la transición y la consolidación. La liberación significa todo el proceso que desemboca en la caída de la narcodictadura. La transición es el proceso de reinstitucionalización del Estado venezolano. La consolidación es el proceso de instalación de un nuevo sistema político que garantice el Estado de Derecho, en el que gobernarán autoridades que lleguen el poder mediante elecciones libres y transparentes. En los siete años siguientes, a pesar del triunfo electoral del 28 julio 2024 correspondiente a la tercera etapa de consolidación, no hemos podido terminar la primera etapa de liberación. ¿Qué ha pasado?

 

A riesgo de repetir, pues muchos no lo han leído, en Venezuela el régimen ha logrado crear unas necesidades que han transformado los valores de los ciudadanos y obstaculizan la reconstrucción del país. Se tiene que, por diferentes necesidades y carencias, el régimen ha llevado la sociedad venezolana a una estructura donde están los que cuidan sus negocios y no han encontrado sino hacerle el juego al sistema, están los que por cuidar su puesto de trabajo no alzan su voz en busca de la libertad, los padres de familia que viven del día a día y, se vuelven sumisos, están los que esperanzados por las dádivas del sistema no mueven ni un dedo para no perder la oportunidad de obtener las ofertas del régimen. El país está hoy en el foso de la miseria física y espiritual. Por un lado lo asfixia el narco-régimen. Para lograr ese renacer con una propuesta de transición, la transformación cultural debe ir en paralelo. Tenemos un desastre en las manos. Es tiempo de rehacer el país.

 

Tenemos que reconstruir un país donde la escasez y la hambruna sobrepasan la dignidad del individuo, punto que estimula al sistema opresor a incrementar su dependencia.  Un país donde se han perdido los valores  espirituales y morales y la gente anhela  lo que no tiene, y eso que no tiene se llama libertad. Un país donde caminar y hablar son prácticamente las únicas libertades que se tienen. Un país gobernado por la improvisación y controlado por un régimen cuyo único objetivo es controlar las necesidades del ciudadano de a pie. Un país que perdió la institucionalidad y se violan a diario los derechos humanos,  donde el ciudadano depende del Estado y donde la mayoría anda en un limbo sin ninguna guía. El renacimiento requiere una sociedad cuyos valores sean sólidos, que recobre su dignidad y que la libertad sea su primera prioridad.

 

En una reflexión reciente decía que nadie aprecia lo que no entiende ni nadie puede opinar sobre lo que no conoce. Es necesario que los sectores organizados de los empresarios, Iglesia, militares institucionalistas, organizaciones de la sociedad civil y sindicatos, revisen sus relaciones con los políticos de Venezuela Tierra de Gracia de forma que éstos sepan y hagan lo que se espera de ellos y no actúen en forma cerrada y aislados. Se requiere rediseñar las relaciones entre estos sectores  y el equipo político de quien nos guía a la nueva Venezuela. No voy a discutirles si el país necesita agudeza, inteligencia y experiencia pero parafraseando a un político que si era referente: Yo también tengo un sueño.... el sueño que algún día trabajemos juntos en recuperar los valores e implementar las acciones que permitan construir una nueva y mejor sociedad y pais. Ayudemos a hacerlo realidad. Juntos podemos. Ser venezolano es formar parte de la identidad nacional, ser participante y decisorio en las insituciones politicas y ser portador tanto de derechos como de deberes sociales con su comunidad. Es parte de la determinación y del espíritu humano.

 

¿Hasta cuándo Venezuela? Queda la duda si Venezuela podría aguantar más como está en un sistema que ha ido mutando a un régimen cada vez más autoritario y represivo. Dentro de esta opción, hay quienes consideran que un mayor grado de deterioro puede erosionar al sector militar institucional y que apoye al pueblo en una suerte de alzamiento cívico-militar. Esta opción estaría en la cuerda floja del grado de erosión que los haga reaccionar. Al contrario de lo que algunos creen, ha sido descomunal el valor y el sacrifico de miles de venezolanos en esta lucha. El de los centenares de jóvenes asesinados en protestas; el de los dirigentes políticos presos, torturados, apaleados o desterrados; y el de los ciudadanos comunes perseguidos y acosados. Pero ya. No hay que estimular el espontaneísmo. Nos duelen los mártires aunque necesitamos vencedores.

 

Ha sido evidente el bloqueo que las sanciones de EE UU han tenido en la operatividad del régimen castrocomunista venezolano pero, al final, los más afectados es la sociedad civil que ha padecido el incremento de la escasez de todo más una situación hiperinflacionaria que ha anulado el valor de la moneda nacional. Está claro el efecto buscado con las sanciones personales a funcionarios públicos pero está por verse su efectividad cuando organismos como la Corte Penal Internacional (CPI) ha recibido a Mikael Moreno en La Haya sin que nadie haya actuado para hacer cumplir la restricción sancionada de circulación en territorios de la Union Europea (UE). Los cubanos llevan 60 años esperando que las sanciones tumben al régimen castrocomunista y eso sin tener petróleo como Venezuela y las sanciones a Rusia, Irán y Corea del Norte tampoco han sido efectivas.

 

“Te esperan en la Haya” es una frase que se conjura entre quienes esperan aplicar justicia contra Maduro ante la CPI, por los delitos de lesa humanidad cometidos en Venezuela. Pero no es un proceso tan expedito ni sencillo. Hay mínimo 9 denuncias  contra Maduro “archivadas” en la Haya desde 2011 que esperan por alguna respuesta. Desde su creación en 2002 hasta la fecha, han sido 22 los casos investigados por la CPI, todos ellos africanos. En el curso de los procesos, la CPI ha decretado treinta y tres órdenes de detención con diecisiete arrestos y tres comparecencias voluntarias. Tres de las detenciones fueron anuladas por la muerte de los sospechosos, ha habido una absolución y tres ocasiones en que la CPI ha decidido retirar los cargos o remitir al sospechoso a un tribunal de justicia nacional. Por último, la CPI ha dictado solo dos condenas. Además, la actuación de la CPI depende del consentimiento del Consejo de Seguridad de la ONU, donde el derecho a veto de los miembros permanentes que no han ratificado el Estatuto de Roma –Estados Unidos, Rusia y China (que ni siquiera lo firmó) – suele jugar en su contra. Dos amigos del régimen. Poca esperanza podemos tener en esta opción.

 

Hay en el derecho penal clásico y en el derecho penal de todas las latitudes desarrolladas una figura que se llama El Estado de Necesidad. En ese estado se puede incurrir en una conducta teóricamente infractora del derecho penal pero que queda eximida de responsabilidad por el principio del estado de necesidad que junto a la legítima defensa son causales de lo que llaman la justificación en la conducta indebida. En estado de necesidad esta todo el pueblo de Venezuela. El mundo entero ha visto los saqueos contra supermercados y los asaltos a  transportes y almacenes de cualquier tipo de comida que llegaban a aparecer en Venezuela. La gente los asaltaba porque tienen derecho a sobrevivir y esto no puede seguir pasando en Venezuela ni en ningún lugar del mundo. Ante la violación diaria de los derechos humanos, el caos y el genocidio imperantes en el país se debe declarar el estado de necesidad en Venezuela y hacer lo que se debe hacer de inmediato.

 

Ante el atrincheramiento de Maduro, que transitó rápidamente hacia un régimen dictatorial, la comunidad internacional se muestra paralizada. Nada impidió la orden de salida inmediata de todo el personal diplomático de Chile, Argentina, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay. Tampoco movió un músculo de diálogo en el régimen el análisis acerado del Centro Carter, autorizado por la Comisión Electoral de Venezuela para supervisar las elecciones, el cual concluyó que Edmundo González fue el ganador de los comicios “con más del 60% de los votos”.

 

Debemos entender que estamos ante un crimen organizado que debe enfrentarse como amenaza regional por la importancia que han adquirido los mercados ilegales de minería y madera, asociados al narcotráfico y al tráfico de armas y personas y el nivel de la cadena de proveedores de insumos y logística que alimentan las nuevas estructuras de crimen organizado. Una poderosa organización transnacional.

 

El pueblo de Venezuela no cuenta con ninguna forma militar o institucional para defenderse y, menos aún, para hacer respetar sus derechos. Esta es la premisa básica que justifica la ayuda de la comunidad internacional, no se trata de una intervención militar para ocupar el país sino para el rescate de los derechos humanos de sus ciudadanos. Un pueblo víctima de su propio gobierno e intervenido por Cuba, Rusia y China. Secuestrado por el Crimen Organizado. Lo que se pide es que nos ayuden a recuperar lo que nos han quitado. La comunidad internacional debe intervenir en forma directa y cuanto antes mediante una fuerza multinacional para el rescate de la democracia venezolana, cuyo fracaso se convierte en una amenaza para el resto de los países de la región. Hay que concentrarse en lo que se debe hacer ya que, de seguir asi, no hay mañana para los venezolanos.

 

Sin haber sido exhaustivos en lo anterior, podemos concluir que el último cuarto de siglo se ha convertido en un bucle infinito que se repite cada día y, por más que intentamos quitárnoslo de la mente, no lo logramos. ¿Cómo salir de esa espiral? El primer paso es comprender el gran cambio interior que ha ido ocurriendo y eso nos permite mirar atrás y comprender quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí. El segundo paso es asumir que el tiempo no cura las heridas, eres tú quien se cura a lo largo del tiempo. Para sanar las heridas del pasado se  necesita tiempo. Pero el tiempo no basta, debemos asumir un papel proactivo y tomar la decisión de dejar el pasado atrás. Se trata de una decisión difícil.

 

Venezuela está en un callejón sin salida. Ya lo hemos dicho antes. Mantengo la posición de que a los venezolanos no nos queda sino declarar el Estado de Necesidad y proceder a la intervención directa de la comunidad internacional a través de una fuerza multinacional concertada por un foro como la OEA, la ONU, el grupo Lima y la UE, apoyada por EE UU, que acuda a ayudarnos a rescatar la democracia venezolana. Lo triste y lamentable es que los que la apoyamos no tenemos poder para solicitarla y quienes pueden hacerlo, no se atreven.

 

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