La participación en la politica (IV): En dónde estamos y hacia dónde queremos ir (Gustavo González Urdaneta)

 

La participación en la politica (IV): En dónde estamos y hacia dónde queremos ir

Gustavo González Urdaneta

Miami, 23 octubre 2021

 

Me imagino que con el nuevo punto de inflexión en que se encuentra el país producto de todas las extradiciones logradas y en curso, el cambio del enfoque político al enfoque penal hacia el régimen actual con sus adláteres y la ruptura de la reunión de México, surgirán nuevos escenarios y opciones posibles para salir del marasmo en que se encuentra el país y su sociedad civil dada la nueva presión nacional e internacional como la continuidad del colapso económico y el caos social en el que se encuentra Venezuela, un pueblo, además, con una crisis emocional o existencial que ha socavado su dignidad.

 

En el 2019 les hablé sobre qué país teníamos y a cual queríamos llegar. Nos toca revisar y actualizar lo dicho, según Kant, el sabio puede cambiar de opinión, el necio nunca lo hace. Es pertinente actualizar nuestra opinión para poder recuperar un país, donde actualmente la escasez y la hambruna sobrepasan la dignidad del individuo, punto que estimula al sistema opresor a incrementar su dependencia.  Un país donde se han perdido los valores espirituales y morales y la gente anhela lo que no tiene, y eso que no tiene se llama Libertad. Un país donde caminar y hablar son prácticamente las únicas libertades que se tienen y poco se ejercen por miedo e inseguridad. Un país gobernado por la falta de transparencia y controlado por un régimen cuyo único objetivo es controlar las necesidades del ciudadano de a pie. Un país que perdió la institucionalidad y donde se violan a diario los derechos humanos, donde el ciudadano depende del Estado y donde la mayoría anda en un limbo sin ninguna guía. Un país en el cual se han excedido los límites de la tolerancia y la dignidad humana. Su renacimiento requiere una sociedad cuyos valores sean sólidos, que recobre su dignidad y tolerancia y que la libertad sea su primera prioridad.

 

La posición del actual gobierno es bien conocida por todos y se concreta en lo que se ha denominado el cerco a la actividad privada, que no es sólo una descripción de lo ocurrido y de sus resultados, sino un instrumento de análisis para sistematizar las leyes, políticas y prácticas que impiden o dificultan que el sector privado lleve a cabo su labor productiva. Los resultados están a la vista.

 

En el artículo anterior de esta misma saga, les mencioné que, desde el período que se inició en 1999, Venezuela ha venido profundizado la ruta contraria a los cuarenta años anteriores, hacia la desindustrialización (Industricidio), la pérdida del comercio (Comercidio) y la crisis de todos los sectores (Sectorcidio) que sumados nos ha llevado a la perdida de la nación (Nacioncidio). Los cambios requeridos van más allá del cambio político, se requiere asumir un trabajo armónico entre el nuevo sistema político, el sector público y el privado para lograr el desarrollo sustentable y es el ejemplo que nos dan los países latinoamericanos con éxito en el tercer mundo.

 

Por otra parte, las revoluciones industriales anteriores nos han demostrado que si las empresas y las industrias no se adaptan a las nuevas tecnologías, tendrán dificultades y, peor aún, no prosperan. El cambio para introducir la cuarta revolución industrial, la digital, es inevitable, no opcional y las posibles recompensas serán asombrosas: un mayor nivel de vida, mejor seguridad y protección y gran aumento de la capacidad humana. Lo confirma la historia.

 

La Venezuela de mañana necesita un nuevo marco estructural para reinstaurar su democracia e integrar tanto la unidad interna del país como su reinserción e interacción a nivel mundial. Después de los veinte años del régimen implantado por Hugo Chávez Frías con Cuba y continuado por Nicolas Maduro y su red de narcotraficantes, asesinos y terroristas, reformar procesos e instituciones no será suficiente ni el cambio será solo de naturaleza geopolítica y económica.

 

Los nuevos líderes políticos y gubernamentales deben emprender un nuevo proyecto de muy diferentes dimensiones pues las economías, los negocios, las comunidades a nivel mundial se están transformando fundamentalmente. Si esperan, o simplemente aplican una "solución rápida" para reparar las deficiencias de los sistemas obsoletos, las fuerzas del cambio desarrollarán naturalmente su propio impulso y reglas, y por lo tanto limitarán nuestra capacidad de dar forma a una transformación y resultado positivos. No se trata de revitalizar sistemas obsoletos sino de implementar una transformación en la productividad y eficiencia de la infraestructura industrial, comercial y de servicios a nivel nacional. Aunque la historia sugiere que sea una combinación de tecnología y empleos, es casi seguro que, en el futuro, el talento, más que el capital, representará el factor crítico de la producción.   

 

Si algo requiere Venezuela es un nuevo Acuerdo nacional (“Acuerdo”) para su renacimiento, recuperación y modernización mediante un llamado a inversiones focalizadas para afrontar los retos económicos y otros grandes desafíos sociales y en particular la desigualdad. Esta clase de inversiones dirigidas se conoce como “política industrial”, algunos prefieren llamarlas políticas de recuperación orientadas a una misión. Siempre ha sido un tema controversial entre economistas.

 

En principio hay diferentes tipos de políticas industrial, las efectivas y las ineficientes. Las políticas industriales problemáticas son aquellas que solo están impulsando el crecimiento en una parte limitada de la economía y no se convierten en una forma sistemática de transformar la economía. Las políticas industriales funcionales y efectivas son aquellas que cambian los comportamientos en diferentes industrias, en lugar de las que "seleccionan" un par de industrias para subsidiar. Se trata de lograr una transformación económica nacional.

 

El Acuerdo será mucho más efectivo si se trata de una economía amplia. Se trata de ecologizar y actualizar toda la economía. El Acuerdo no se trata solo de energías renovables, sino también de lograr que cada parte del sector manufacturero, comercial y de servicios se transformen en una dirección ecológica, innovadora y tecnológica. Debemos redefinir el enfoque sectorial hacia una transformación de toda la economía. La otra parte importante del Acuerdo es un nuevo contrato social entre el gobierno, las empresas y los ciudadanos. El nuevo gobierno debe valerse del mejor capital humano que tiene el país tanto a nivel interno como en la diáspora.

 

Cuanto mayor sea el grado en que el Acuerdo pueda llegar a una transformación bidireccional recíproca entre la inversión y la innovación, pero al mismo tiempo que se distribuyan los beneficios de una nueva asociación pública, más interesante será. ¿Cuál es el trato que queremos con este nuevo Acuerdo? ¿Cuáles son las condiciones que deberíamos estar adjuntando?

 

El Acuerdo debe crear nuevas oportunidades para las inversiones, de modo que el crecimiento y la sostenibilidad se desarrollen de la mano. El crecimiento tiene tanto una tasa como una dirección, y el Acuerdo se trata de la dirección que puede lograr un crecimiento más ecológico, innovador y tecnológico y, al mismo tiempo, desbloquear las inversiones masivamente acumuladas. También debería poner más presión en que las ganancias se reinviertan en la economía en lugar de utilizarlas para áreas como recompras de acciones.

 

La política llevada a cabo por el nuevo gobierno debe cambiar el país mediante una transformación y no con reformas ni mediante una revolución. Por otra parte, los programas y proyectos deben ser claros y transparentes, manifiestamente perfectibles, no politizados y dados los costes de este proceso, se debe preferir un programa de cambio completo económico y social. El carácter del Acuerdo debe permitir una crítica constructiva y una reflexión más pausada que abra la vía a un mejoramiento de la democracia venezolana en los años siguientes y que perdure en el tiempo. 

 

El nuevo Plan País, al igual que el Plan Marshall en su época, debe alentar un aumento de la productividad y nuevos modelos de negocio «modernos» sin caer en la poca importancia que se le dió en ese entonces a la recuperación de ciertos sectores estratégicos europeos por intereses particulares de los EE. UU. El Plan debe basarse en garantizar el modo de vida, propuesto por la doctrina Truman, que reposa sobre la voluntad de la mayoría y se caracteriza por sus instituciones libres, por un gobierno representativo, por elecciones libres, por la garantía del mantenimiento de las libertades individuales y por la ausencia de cualquier opresión política.  

 

El marco económico del equipo de un nuevo gobierno debe evitar la formulación de políticas para la solución de las fallas del mercado. O sea, componer las cosas que están mal, sino buscar una transformación, como la que necesitamos, más ambiciosa. Debe tratarse de co-crear, co-compartir mercados junto con el sector privado. Las inversiones orientadas hacia misiones de interés público pueden estimular la inversión y la innovación. Se establece una dirección de interés ciudadano y se utiliza todo el potencial del gobierno para impulsar la experimentación y exploración de abajo hacia arriba, con el sector privado.

 

El tema de la desigualdad es un fenómeno histórico y cultural que ha existido en todas las naciones, hasta convertirse en un problema social para cada una de ellas. Es un virus que infecta y se propaga por todas las áreas de la sociedad moderna: economía, justicia, sexo, información y educación por mencionar algunas. Nuestra posibilidad de progresar como individuos depende de la oportunidad que tenemos para acceder a educación, conocimientos y tecnología. La desigualdad social es la bandera que aprovechan los políticos “populistas” para emerger, en presencia de una crisis de gobernabilidad, y ganar protagonismo como un liderazgo alternativo y ajeno a la nueva clase política que requiere el país. Así emergió Hugo Chávez en 1998 ante el descontento social provocado por Carlos Andrés Perez y Rafael Caldera en Venezuela. Una prioridad del Acuerdo es el nuevo contrato social entre el gobierno, las empresas y los ciudadanos.

 

Recientemente tuvimos la oportunidad de participar, como miembros del Grupo Ricardo Zuloaga (GRZ), en la coordinación académica de un Diplomado con el IESA orientado a la formación de las generaciones de relevo que requiere el país para la recuperación, en este caso, de la infraestructura del sector electrico nacional y, desde sus inicios, dejamos claro la necesidad de masificarlo en todo el territorio nacional para realmente ser de utilidad en su objetivo y para todos los sectores. Iniciativas similares se requieren por parte de todo el sistema educativo nacional.

https://ramm1943.blogspot.com/2021/07/primer-diplomado-de-formacion-de.html

 

A los políticos tradicionales quisiera recordarles que Venezuela necesita recuperar la Cultura de los Valores pues los valores están muy por encima del comportamiento, pero la mayoría de nuestros políticos alinean sus valores con sus comportamientos y son esos valores los que muestran a la sociedad. Lo que hay que hacer y el país requiere, es impedir que esos comportamientos, faltos de ética y moral ciudadana, calen en nuestra sociedad. Debemos oponernos y rechazarlos pues no llevan al pueblo en la dirección correcta. No voy a discutirles si el país necesita agudeza, inteligencia y experiencia, pero parafraseando a un político que si era referente…Yo también tengo un sueño.... el sueño que algún día el miedo a perder sus “espacios” no les impida recuperar los valores que permitan construir una nueva y mejor sociedad.

 

Ha habido una involución de los valores políticos de nuestro país por sus antónimos, el mejor ejemplo es lo que hemos visto en estos 20 años: Democracia por Tiranía, Justicia por Impunidad, Tolerancia por Intransigencia, Respeto por Irreverencia, Honestidad por Corrupción, Producción por Escasez, Bienestar por Miseria, Conocimiento por Ignorancia, Armonía por Odio y Habilidad por Improvisación. Ayúdennos a hacerlo realidad. Juntos podemos.

 

Estoy convencido que la recuperación del país es posible, pero no es una actividad que sea destinada a los políticos tradicionales que han permitido la situación que vivimos actualmente. Esta propuesta requiere de lo mejor de nuestra sociedad civil y militar dentro y fuera de Venezuela cuyos integrantes profesen los valores morales y espirituales requeridos para reestablecer la República de Venezuela, sin más nada en su nombre. Los problemas son oportunidades para demostrar lo que se sabe, querer ser útiles y no importantes.

 

“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.” Victor Hugo

 

“En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra.” Eurípides de Salamina

 

 

 

 

 

Comments

  1. Querido Gustavo: con este nuevo artículo, complementario de los anteriores, nos señalas muy claramente el camino para lograr el ¨Acuerdo¨ de dirigir el renacimiento, la reconstrucción e institucionalizar nuevamente el país e indicarnos como primer paso de ese derrotero, aceptar los cambios profundos que debemos aceptar, para alcanzar esa meta, sugiriéndonos que esos cambios deben indefectiblemente originarse en nosotros mismos, ya que si no nos transformamos en lo personal, es imposible convenir en esos cambios tan importantes que tu señalas, es decir en pocas palabras, si no tomamos consciencia de que es una obligación participar, para tratar de solucionar esta crisis no podremos nunca entender ese ¨Acuerdo¨

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  2. Ya terminado el articulo leí un cuento sobre Buda que me recordó a nosotros los venezolanos y que se aplica a la situacion actual en el país. El cuento es el siguiente:

    En sus tiempos, nadie como Buda comprendía el sufrimiento humano, desarrolló la benevolencia y la compasión. Entre sus primos, se encontraba Desvadatta, siempre celoso del maestro y se había empeñado en desacreditarlo e incluso estaba dispuesto a matarlo.
    Cierto día que Buda estaba paseando tranquilamente, Desvadatta, le arrojó una pesada piedra desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida.
    Sin embargo, la piedra cayó al lado de Buda y Desvadatta no pudo conseguir su objetivo.
    Buda se dio cuenta de lo sucedido y permaneció en calma y sin perder la sonrisa de los labios. Pasaron los días y Buda se encontró a su primo y lo saludó afectuosamente.
    Muy sorprendido, Desdavatta le preguntó: - ¿Acaso no estás enojado conmigo?
    No, por qué debería de estarlo.
    Desvadatta, asombrado por la respuesta, replicó: - Creo que sabes bien el por qué
    Y Buda le respondió: - Querido Desvadatta ni tú eres ya ese hombre que arrojó la roca, ni yo soy ya aquel que estaba allí cuando me fue arrojada.
    Ya no somos los mismos cuando empezó Chavez en 1999 ni Maduro es el mismo tampoco.
    Cada quien reflexione sobre su propia enseñanza en estas dos ultimas décadas.

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