Reflexiones sobre el Humor (II): Humorismo político (Gustavo González Urdaneta)
Reflexiones
sobre el Humor (II): Humorismo político
Gustavo
González Urdaneta
Miami
8 noviembre 2024
Un asunto importante que se
discute cuando abordamos el tema del humorismo político, es cuál es el
papel que desempeña en nuestras sociedades. Hay quienes piensan que el humor,
al cumplir funciones de catarsis colectiva, se constituye en un mecanismo de
evasión de los problemas y, por tanto, favorece a los políticos. Otros, por el
contrario, sostienen que el humorismo político es una manifestación de
inconformidad, de búsqueda de cambio y transformación del orden imperante, una
expresión del descontento social y, en tal sentido, subvierte el orden
político.
Las conexiones que se dan entre
humor y política resultan por demás evidentes. El humorismo político tiene
larga data, desde sus inicios en la antigüedad, con la comedia griega, hasta
hoy. Sin embargo, muchas veces el humor que cuestiona al poder es también a su
vez, objeto de cuestionamiento. Por
ejemplo, en Venezuela -que padece un régimen político negador de la democracia
y las libertades- hay quien elabora conclusiones al estilo de: «por eso es que
estamos así, porque todo lo agarramos a chiste». De lo que llevamos investigado
podemos deducir, los dos postulados esenciales que se suelen formular al
estudiar las consecuencias del humorismo político, a saber:
1. El de quienes piensan que el
humor, al cumplir funciones de catarsis colectiva, se constituye en un
mecanismo de evasión. Es decir, en la medida en que la gente se ríe de los
problemas políticos descarga iras y frustraciones que, sin la presencia del
humor, se convertirían en factores de presión e inconformidad que atentarían
contra el poder establecido. En este sentido, el humor contribuiría a mantener
determinadas estructuras de dominación y apoyaría el sostenimiento del régimen
imperante, al ofrecer a la gente la posibilidad de canalizar las tensiones que
la situación política, económica y social producen, evitando reacciones que
podrían transformarse en violencia. El chiste político, sería en este caso una
especie de desquite pacífico de la gente que pierde su derecho a participar en
la actividad política.
2. El otro punto de vista es el
que sostiene que el humorismo político es una manifestación de inconformidad,
de búsqueda de cambio y transformación del orden imperante, una expresión del
descontento social. Desde este punto de vista, el humor tiene funciones que
trascienden la risa, más aún, una obra humorística es tanto mejor cuanto más se
acerque a la seriedad. Así, la actitud humorística tendría como correlato el
análisis, la crítica, la disidencia y, en muchos casos, la subversión de los
sistemas políticos dictatoriales, violadores de derechos humanos y corruptos.
En nuestra opinión, el humor
produce diversos efectos dependiendo del sentido, profundidad y habilidad para
dar en el blanco de los grandes temas políticos. En función de ello puede
servir para una u otra de las finalidades descritas. En la Unión Soviética, por
ejemplo, en los primeros tiempos de la revolución, hubo mucha tolerancia con
los chistes políticos, pero en la medida en que la paranoia del poder fue en
aumento, la tolerancia fue decreciendo, hasta transformarse en una verdadera
persecución al humor.
Algo similar sucedió en el caso
de Venezuela a partir del año 1999: espectáculos teatrales como “La
reconstituyente”, que parodiaban al gobierno de Chávez en sus inicios y a la
cual asistían como espectadores muchos de los ministros del régimen, gozaba de
completa tolerancia. No obstante, en la medida en que se fueron desmantelando
las libertades democráticas, los teatros del Estado cerraban progresivamente
sus puertas al humor disidente. Luego se pasó a la persecución y a la amenaza.
En algunos casos, las presentaciones de humor fueron obstaculizadas y agredidas
por grupos violentos partidarios del régimen. Figuras emblemáticas, como el
gran humorista gráfico Pedro León Zapata, se convirtió en blanco del poder por
una caricatura política frente a la cual, el entonces presidente Hugo Chávez,
reaccionó insultando y descalificando públicamente al humorista.
El hostigamiento al humorismo en
los regímenes dictatoriales es bastante común. En tiempos de Juan Vicente
Gómez, los dos humoristas más importantes del país: Leoncio Martínez (Leo) y
Francisco Pimentel (Job Pim), pagaron con cárcel sus ocurrencias. Al respecto,
vale la pena recordar una ingeniosa anécdota de Job Pim: varias veces fue
ingresado en la famosa prisión de La Rotunda y en una de las oportunidades,
cuando fue interrogado por el alcaide y preguntado por su profesión respondió:
«preso político», ante la exigencia de la autoridad de que hablara con seriedad
dijo: «¿Acaso ustedes me dejan ejercer otra profesión?».
En todas las dictaduras, sean de
derecha o de izquierda, el humor siempre se percibe como una amenaza, porque se
convierte en un espacio para la disensión, un refugio de la libertad y un
reducto del pensamiento crítico. Frente a la represión, el humor encuentra
siempre la forma de colarse y evadir la censura. Contener la circulación de un
buen chiste, es casi imposible. Mientras mayor es la imposibilidad de reírse,
mayor fuerza tendrá el humor. En los tiempos en que vivimos, el control se hace
mucho más difícil por la multiplicidad de redes sociales que facilitan la
comunicación y la intensidad de su uso.
Nuevas limitaciones para el humor
político se presentan en la actualidad, tienen que ver con lo que ha dado en
llamarse la «corrección política». Son frecuentes los cuestionamientos
realizados al humor en este sentido, con el agravante de que los criterios de
la corrección varían o fluctúan en función de corrientes ideológicas que
mantienen -no pocas veces- criterios de doble rasero, una ambigua moral que
produce trato desigual dependiendo de la opción política desde las que se
realicen las críticas.
El humor político no se reduce
exclusivamente al chiste político, aunque suele ser una de sus más frecuentes
manifestaciones. Una de las virtudes del humor político es su capacidad de
plasmar de manera breve y divertida lo que a un politólogo o a un economista
requeriría varias páginas o tal vez un libro entero. En los tiempos en los que
la Unión Soviética se desmoronaba, uno de los recursos que con frecuencia usaba
el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, era apelar a los chistes.
Este que contó en una oportunidad, resumía con contundencia el fracaso del
régimen soviético:
Un
ayudante se acerca al presidente Gorbachov y le dice: «en las afueras del
Kremlin hay una mujer que no piensa irse hasta que usted la reciba»
-Hágala
pasar -dice Gorbachov y le pregunta a la mujer- ¿qué sucede?
La
mujer le dice: Tengo una pregunta.
-Adelante,
dígame -le dice Gorbachov.
-¿El
comunismo fue inventado por un político o por un científico?
-Fue
inventado por un político -responde él.
-Eso
lo explica todo -dice la mujer- los científicos habrían experimentado primero
con ratones.
En tiempos de revolución, como la
que ha padecido Venezuela, la reacción con la que mayor frecuencia reacciona el
poder frente al humor es la de la intolerancia. Sin embargo, el ingenio es hábil
para evadir controles y censuras. Por otro lado, las agresiones a los
humoristas siempre levantan sospechas de un poder intransigente. Cuando otras
formas de comunicación han sido silenciadas o confiscadas, el humor persiste.
Es que el humorismo es un patrimonio de la cultura, tan antiguo como el hombre
mismo y el recurso que siempre tuvo a mano para animarse frente a la adversidad
y no perder la esperanza. En tiempos de revolución, el humor es el refugio de
la libertad.
A pesar de la actual crisis
política, social y económica que actualmente vive Venezuela,la gente se ríe y
se ríe mucho. Cualquier situación trágica de inmediato se vuelve un chiste. Es
típico de la cultura latinoamericana, reírnos por ejemplo en los velorios de
nuestros difuntos. Este comportamiento llevado a las calles ha servido para
hacer de nuestra visión del mundo una perspectiva resiliente propia de ser
estudiada no sólo por la capacidad de tolerar y superar las adversidades, sino
además porque allí se encierra un tipo particular de inteligencia que nos
ayudará a superar nuestras dificultades sociales.
La situación política y económica
de Venezuela obliga a comediantes a hacer humor en el exilio. El
Gobierno, controlado por el crecientemente autoritario presidente Nicolás
Maduro, aprobó una ley que prohibía muchos tipos de expresión. Era el 2017, la
capital de Venezuela estaba en el peor momento de la crisis económica de su
País. Las protestas convulsionaban a la nación, mientras que la escasez de alimentos
dejaba a millones de personas hambrientas y la hiperinflación borraba los
ahorros de la noche a la mañana. A los humoristas les tocaba hacer chistes a
diario pero esquivando gas lacrimógeno de camino a la oficina. Luego, el
Gobierno, controlado por el crecientemente autoritario Presidente Nicolás
Maduro, aprobó una ley que prohibía muchos tipos de expresión y los humoristas
se . preguntaban si sus chistes los llevarían a prisión. La comedia había sido
la trinchera de muchos de ellos, el lugar desde donde lanzaban sus críticas
políticas y sociales. Desde entonces no hay nada de qué reírse sino una
dictadura y mucho miedo.
Algunos huyeron al exilio, al
principio se centraron en sobrevivir, pero con el tiempo volvieron al humor.
Ahora con la libertad, en términos generales, para decir lo que quieran.
Venezuela tiene mucho tiempo de considerar a sus comediantes como uno de sus
expositores sociales más importantes. Ahora, habiendo huido casi 8 millones de
venezolanos de sus hogares desde el 2015, ese talento se está trasladando al
extranjero. Pronto, sus voces y videos estaban llegando a cientos de miles de
personas en su búsqueda de una identidad venezolana en el extranjero. Allí han
sido recibidos como celebridades y llenan los teatros. Sin embargo, una parte
importante de su público proviene de fuera de su país de origen. Sin embargo,
muchos no tienen planes de dejar de actuar ni de huir. Porque ahora más que
nunca “necesitamos reír”
“Cuando otras
formas de comunicación han sido silenciadas o confiscadas, el humor persiste”
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