INVENCIBLE ESPIGA (POEMA DE CELEBRACIÓN DE SESENTA Y TRES AÑOS DEL ENCUENTRO EN EL COLEGIO SAN IGNACIO)

INVENCIBLE ESPIGA (POEMA DE CELEBRACIÓN DE SESENTA Y TRES AÑOS DEL ENCUENTRO EN EL COLEGIO SAN IGNACIO)

ALEJO URDANETA 

(VILLA LOYOLA: La casa de la fundación, Chacao)
INVENCIBLE ESPIGA

A mis amigos y compañeros del Colegio San Ignacio, al celebrar sesenta y tres años de nuestro encuentro.
16 de septiembre de 2014
Alejo Urdaneta



*
La vida encendió la roja brasa
sobre nuestros recuerdos.
Lluvia y tiempo,
espacio y silencio
fueron, iguales, imagen y movimiento.

**
Estaba la ofrenda de la púrpura,
la celebración del vino y el soplo de la chispa
recibida como fuego.
Estaba la idea, recogida en copa milagrosa,
 sin forma ni materia:
 fue labrada en sillar de musgo,
 dio esplendor al pensamiento.

***
Una vez, era el rocío,
como el sueño;
 otra vez, el limpio torrente,
cabalgata del esfuerzo;
pero en la larga jornada,
fueses piedra o fueses viento,
tenías la misma bandera,
calor en el mismo cobijo,
en la apacible sombra
de árboles rumorosos.

Tu selva de silencios
fue también cascada,
multitud de arpegios
tras la rubia carrera de las nubes.

Canto rodado en los arroyos del cielo,
el otro cielo de burbujas,
echando a volar campanas
desde lejanos y fríos templos.



****
Después el tiempo se hizo montaña,
coral de horizontes
con la incierta voz del alba.
Creció sin pausa la cascada
y fue su sonar tambor de lucha,
visión de absoluto,
 fue el abrazo a toda la vida.

                                                                                       Empuñaron los candiles                            
para seguir las huellas
plantadas por los santos,
surcadas con la sangre de los héroes.

*****
Al fin llegamos hasta aquí:
unos, con la espada que no hiere,
otros, en el claustro de la fantasía,
unidos en las estaciones,
trazando geometrías en el aire
 con el verbo inasible humanizado,
o con el exacto compás sobre las plazas.

 Seguimos la cruzada
de angustiados ríos,
para alcanzar los frutos de la lid,
beber el agua en riberas empedradas.

Alguna vez, o muchas, callamos
porque lo dijo el llanto,
pero pronto levantamos los pañuelos
y las lágrimas abrieron sonrisas.
Retornaba la esperanza,
cantaban himnos las manos,
pintaban las gargantas los colores de las plantas.

******
Nacieron los signos de la espiga levantada hacia la luz.
 Aquí palpitan, en la ceremonia intemporal:
feraces signos del maíz que desgrana
sin pausa,
 desde aquel paraninfo iluminado
por el batir de blancas lanzas.




Comments

  1. Gracias a los amigos de este blog. es un recuerdo de nuestra infancia y adolescencia, hasta llegar al dìa de hoy con sus penas y motivos de felicidad.

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