Evangelio (Lc 6, 39-45) correspondiente al 8vo Domingo (2/3/2025) del Tiempo Ordinario [C]:
A continuación podrán
leer nuestro comentario al Evangelio (Lc 6, 39-45) correspondiente al 8vo
Domingo (2/3/2025) del Tiempo Ordinario [C]:

El silencio interior
En medio de la sociedad judía de la época,
regida por un extenso conjunto de leyes que marcaban los límites de lo puro y
de lo impuro, así como de lo sagrado y lo profano, Jesús formula un principio
que debió ser revolucionario para aquellas mentes cerradas y sumisas del pueblo
judío, al señalar que nada de lo externo hacía impuro al hombre; sino aquello
que sale de dentro. En otras palabras: “el hombre bueno dice cosas buenas
porque el bien está en su corazón, así como el hombre malo dice cosas malas
porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el
corazón”.
En el terreno de lo práctico, no es
necesariamente bueno el hombre que sigue las leyes al pie de la letra, aunque
le parezcan injustas en su formulación y aplicación. Lo decisivo es el corazón,
esa voz de la conciencia que nos orienta en el ejercicio de nuestra libertad.
Algo similar ocurría con los ritos, pues muchos de ellos habían derivado hacia
lo teatral o postizo. También las costumbres, tradiciones y prácticas sociales
y religiosas que estaban orientadas más a lo externo que a la dimensión
espiritual. En definitiva, lo que Dios quiere es amor y no cánticos ni
sacrificios.
El mensaje de Jesús cobra hoy más actualidad
que nunca en nuestras sociedades, donde los individuos son prácticamente
programados desde afuera y se vuelven víctimas de modas y consignas. Es
imposible no mencionar el influjo de los distintos medios de comunicación
colectiva, que han convertido la inmediatez de la información global en un
plato de primera mano, que cada vez nos deshumaniza más. Podemos transmitir
cultura, información y opiniones, podemos incrementar el poder de la gente con
ciencia y técnica, pero si no logramos hacer una pausa para interiorizar
nuestra vida y abrirle paso a nuestra conciencia, teniendo como guía el ejemplo
de Jesús, nuestro futuro difícilmente será más humano. Sin ese silencio
interior, no se puede escuchar a Dios, reconocer su presencia en nuestra vida y
crecer desde dentro como hombres y como creyentes.
Comentarista: Agustin Coll

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