La Tecnología y la Religión (II) (Gustavo González Urdaneta)
La Tecnología y la Religión (II)
Gustavo González Urdaneta
Miami 24 agosto 2025
Por supuesto, la mezcla de tecnología y religión no es nada nuevo. La introducción de la imprenta en la Europa del siglo XV hizo posible la producción masiva de libros. Los grupos protestantes recién formados la utilizaron para difundir sus ideas revolucionarias sobre el cristianismo, mientras la Iglesia Católica trataba de prohibir las obras consideradas herejía. En la actual era de la información, tenemos todo a nuestra disposición. Así que es como elegir. Si no me gusta, no lo tomo. Si me gusta, lo tomo. Esta democratización del conocimiento está a la vista en Internet, con plataformas de redes sociales como Instagram, TikTok y Douyin repletas de vídeos cortos y hashtags. Aunque algunos contenidos son creados por personas con formación religiosa, muchos son producidos por otros con una ferviente vocación de publicar o encontrar personas con ideas afines. Miles de aplicaciones para teléfonos inteligentes ofrecen ayuda para rendir culto de la manera correcta y mucho más. Ahora tenemos acceso a ideas y prácticas religiosas de todo el mundo a las que antes no teníamos acceso. Eso te da una nueva perspectiva sobre lo que percibes en particular.
Pero más allá de que las personas recurran a las redes sociales para difundir su mensaje, la religión se está viendo afectada por el extraordinario crecimiento de la inteligencia artificial. Entre estas complejas tecnologías se encuentran los grandes modelos lingüísticos, sistemas entrenados con grandes cantidades de datos que pueden analizar y procesar el lenguaje y generar respuestas creíbles similares a las humanas. Algunos líderes religiosos han adoptado este desarrollo de la IA para contar historias, hasta hacer rap y componer canciones, pero admiten que a veces lo que produce está trillado, por lo que dedican tiempo a corregir y pulir las palabras.
Dado que las tecnologías de IA se desarrollan al margen de las instituciones y comunidades religiosas establecidas, las personas que acceden a ellas no interactúan con alguien que las conozca a ellas, a su familia o el motivo por el que buscan algo. "Estamos perdiendo el toque personal y también la emoción", dice el rabino Goldschmidt, que tiene un máster en informática por la Universidad Johns Hopkins. "¿Cuál es el contexto social? ¿Cuál es la situación espiritual y material del ser humano que pregunta? No hay una pregunta absoluta. No hay una respuesta absoluta". Algunas religiones empiezan incluso a incorporar la tecnología a su culto en forma de sacerdotes robot. Estos pequeños robot tiene el aspecto de un santo neoclásico. Está diseñado para ser accesible a personas mayores, aisladas o con problemas de movilidad. Las personas pueden tocar las manos con una vela eléctrica y hacerle una pregunta, accediendo así a una amplia base de datos que contiene conocimientos sobre la Biblia, oraciones y la vida de los santos.
Surge la cuarta pregunta. Las redes sociales, las aplicaciones para teléfonos inteligentes y los robots con inteligencia artificial, ¿transformarán la forma en que la gente experimenta la fe? Los robots son máquinas impersonales programadas para imitar. ¿Cuánta fe pueden depositar los fieles en los algoritmos de IA? ¿Hasta qué punto se puede confiar en una aplicación de smartphone o en un robot que recita oraciones y pronuncia sermones?
Los líderes religiosos de todo el mundo se toman en serio estas cuestiones, llevan varios años debatiendo sobre ellas, y en julio de 2024 representantes de muchas de las principales religiones del mundo se reunieron en Hiroshima para promover el desarrollo ético de la IA. En una ciudad destruida por la irrupción de una nueva tecnología devastadora, la bomba atómica, 16 nuevos signatarios se sumaron al Llamamiento de Roma por la Ética de la IA. En colaboración con empresas tecnológicas y grupos de reflexión universitarios, el acuerdo aboga por un uso responsable de la IA. Como saben los líderes religiosos reunidos en Hiroshima, la tecnología puede y debe utilizarse para ayudar a la humanidad, sin embargo, las tradiciones de sus religiones y de todas las demás del mundo son personales y sagradas. Podemos acercarnos a estas ideas con una mente curiosa y, al mismo tiempo, contemplarlas con cautela. Sin embargo, Un mundo feliz, de Aldous Huxley, una novela del siglo XX es un cuento con moraleja, en el que la vida de los personajes está dictada por una eficiencia distópica en un mundo tecnológicamente avanzado, desprovisto de magia y religión. Se trata de cómo utilizamos la tecnología, no para desplazar a la religión, sino para potenciarla. ¿Cómo podemos ser más conscientes de que pertenecemos los unos a los otros? ¿Cómo podemos ser más conscientes del poder de la vida que llamamos Dios?”.
En tu vida cotidiana, es posible que no pienses a menudo en cómo se entrelazan la espiritualidad y la tecnología, especialmente la inteligencia artificial (IA). Pero dos estudios recientes han revelado algunas conexiones fascinantes entre estos dos campos, especialmente en el ámbito de la toma de decisiones. El estudio de Karataş y Cutright (2023) sugiere que centrarnos en asuntos espirituales podría hacernos más conscientes de nuestras limitaciones como humanos y, por tanto, más abiertos a la orientación tecnológica. Por el contrario, un estudio de Jackson, Yam, Tang, Sibley y Waytz (2023) ofrece una perspectiva diferente. En entornos laborales donde la IA juega un papel importante, notaron una disminución en la dependencia de las personas de creencias espirituales o religiosas. Esto plantea una pregunta intrigante: ¿la omnipresencia de la IA en ciertos aspectos de tu vida reduce tu necesidad de guía espiritual o cambia tu forma de verla?
Estas variadas perspectivas fomentan una exploración más profunda de cómo la espiritualidad y el papel cada vez mayor de la tecnología interactúan entre sí. El contexto de las interacciones con la IA es fundamental aquí. Karataş y Cutright se centran en la IA como una herramienta para mejorar la toma de decisiones cuando están influenciados por pensamientos espirituales, en cuyo caso es posible que una persona se sienta más inclinada a aceptarla. Por el contrario, Jackson y su equipo examinan situaciones en las que la IA podría potencialmente reemplazar el consuelo y el consejo que tradicionalmente se busca en las prácticas religiosas, lo cual podría generar una sensación de desapego o un cambio en las creencias religiosas.
Estos estudios abren vías para una mayor reflexión y discusión, mostrando por qué es importante considerar el impacto de la IA tanto en tu viaje espiritual como en tus experiencias diarias. La intersección de la IA y la espiritualidad es una parte dinámica de tu vida que influye en tus elecciones y tu visión del mundo. A medida que continúas interactuando con la tecnología y exploras su lado espiritual, es importante mantener tu apertura a nuevas ideas y conversaciones. Abrazar el diálogo entre la espiritualidad y la IA puede enriquecer tu comprensión de ambas, ofreciendo nuevas perspectivas sobre cómo navegamos en nuestro mundo cada vez más impulsado por la tecnología mientras nos mantenemos fieles a nuestras raíces y valores espirituales.
Bajo ese orden de ideas es necesario llamar a la humanidad a cuestionar su identidad y su papel en un mundo donde la IA tiene una importancia creciente, invitándonos a orientar el desarrollo tecnológico hacia el bien común. Debemos tener presente que la IA no es sólo una herramienta técnica, sino un poderoso motor de transformación cultural y llama a la creación de normas éticas claras para garantizar que la IA sirva siempre al bien común, fomentando la confianza y la responsabilidad a la hora de interactuar con estas herramientas. Lo anterior nos lleva a un conjunto de siete interesantes desafíos que esbozan un camino definido en la Nota 'Antiqua et Nova' del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y para la Cultura y la Educación.
En un entorno tecnológico cada vez más invasivo, el primer reto es preservar la autenticidad humana. Es crucial evitar que la IA reduzca a las personas a un conjunto de funciones algorítmicas y preservar esta autenticidad significa potenciar los valores espirituales y culturales que definen nuestra naturaleza más profunda. El segundo reto es integrar la IA en la vida cotidiana sin caer en la alienación, promoviendo la implantación de una tecnología que respete la dignidad y la integridad del individuo, fortaleciendo el tejido social en lugar de debilitarlo. El tercer reto es promover el discernimiento ético para guiar la tecnología. La IA, con su extraordinario potencial, plantea cuestiones éticas y la tecnologia debe orientarse hacia la justicia, la solidaridad y el bien común. El cuarto reto es redescubrir la centralidad de la comunidad en la era tecnológica, reforzando las relaciones comunitarias, fomentando la inclusión, la solidaridad y la paz social capaz de unir en lugar de dividir.
El quinto reto es cultivar un horizonte de esperanza tecnológica. Si se aplica con sensatez y responsabilidad, la IA puede contribuir a construir una sociedad más justa e inclusiva. La tecnología se convierte así en una oportunidad para colaborar en el perfeccionamiento de la creación, entrelazando la innovación técnica con los valores espirituales y la dignidad humana. El sexto reto es educar para tomar conciencia del impacto cultural de la tecnología. El reto es educar a las personas para que comprendan cómo la IA afecta a su forma de pensar, aprender y vivir su espiritualidad para desarrollar una visión crítica y responsable de la tecnología, cultivando el pensamiento creativo, la empatía y una ética enraizada en la dignidad humana. Sólo así las nuevas generaciones podrán navegar conscientemente en un mundo cada vez más tecnológico. El séptimo reto es garantizar la transparencia y la rendición de cuentas garantizando que los algoritmos sean comprensibles y verificables, evitando aplicaciones opacas o manipuladoras que puedan generar discriminación o desigualdad. La creación de normas éticas claras es esencial para garantizar que la IA sirva siempre al bien común, fomentando la confianza y la responsabilidad a la hora de interactuar con estas herramientas.
Para cerrar, desde la cara de la religión en la moneda religión-tecnologia, en un mundo cada vez más multicultural, los desafíos que enfrenta la religión son numerosos y complejos. Hoy en día, las interacciones entre diferentes orientaciones religiosas, culturas y tradiciones han creado un entorno donde el respeto y la comprensión son más importantes que nunca. La religión, que ha sido un pilar de unión para muchos, también puede convertirse en una fuente de conflicto y división. Es importante seguir explorando cómo la religión se relaciona con la diversidad cultural, los problemas que surgen y las posibles soluciones a estos y otros desafíos.
Por la otra cara, la tecnología juega un papel crucial en la forma en que las personas se comunican e interactúan con diferentes culturas y religiones. A través de las redes sociales y las plataformas en línea, las creencias religiosas pueden ser compartidas y discutidas a una escala nunca antes vista. Esto puede ser un arma de doble filo; por un lado, permite que las personas se conecten con otros que comparten sus creencias, pero por otro lado, también puede amplificar los discursos de odio y la desinformación. El uso responsable de la tecnología puede a su vez proporcionar un medio para superar prejuicios y estereotipos. Organizaciones religiosas y de la sociedad civil pueden aprovechar las plataformas digitales para difundir mensajes de paz y comprensión, organizando debates y diálogos en línea. Esto no solo permitirá que más personas participen en la conversación, sino que también facilitará el intercambio de ideas entre comunidades diversas.
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